Hace once años inicié un ejercicio que quedó parado en verano de 2011 y que ahora retomo. Se trataba de compartir algunos cuentos o relatos breves que me habían llamado la atención o que eran dignos de la historia de la literatura.

 

De entre los muchos autores, hispanoamericanos como Borges, Monterroso, Quiroga, europeos como Poe, Chejov, Joyce norteamericanos como Hemingway, Cheever o españoles como Medardo Fraile o el actual Quim Monzo y muchos otros más, seleccioné uno de Kipling el 5 de enero de 2007. Sin embargo, no creo justo repetirme en este reinicio y me arriesgaré con un autor menos conocido, allí donde lo dejé.

 

Para quién no esté familiarizado con este género literario, asociado mayoritariamente a las historias infantiles, solamente indicar dos cosas:

En el cuento no puede haber trampas como en una novela. Todo está meditado, y si no es así, mejor eliminarlo.

La fuerza de un relato se encuentra en lo que se dice y sobre todo en lo que se calla. Haciendo un símil, es como la arquitectura… cuento, es lo que no es… el aire que envuelve los pilares,… los puntos de vista en ese recorrido entre dos lugares,… un comienzo y un final que casi nunca están claros.

 

Esta contención es la que permite observar en el relato la forma de ver el mundo de la sociedad contemporánea del autor.

 

Dos claves de la tesis sobre el cuento del argentino Ricardo Piglia:

Un cuento siempre cuenta dos historias.

La historia secreta es la clave de la forma del cuento.

 

A veces descubre maravillas muy cerca, tanto, que enfadas por no haberlo hecho antes. Onelio Jorge Cardoso, el cuentero mayor, vivía en mi biblioteca. Lo hacía en dos ediciones. Una española y otra cubana salida de no sé dónde.
Su prosa es pura poesía, sus personajes, pura naturaleza, sin fingimientos ni comodidades. Toda la crudeza y la humanidad de esa gente que vive sin destino, subsistiendo. Los rincones del hombre. Lejos de los artificios de nuestro mundo, apegados a la tierra donde nacen para morir. Y expresado con tal certeza, que emociona, con su fantástica realidad.

Es cierto que «el hombre tiene dos hambres». Cardoso lo sabe bien y contagia sus ganas de ver el caballo de coral.

Sin lugar a dudas, el que más me emociona por su lenguaje y su historia es «La cienaga». Por supuesto, «El cuentero» o «El caballo de coral», sobre aquellas necesidades que tenemos todos, más allá de lo más básico o de lo más superficial.

 

Onelio Jorge Cardoso. El caballo de coral.

 

Felices Reyes.

Felices Reyes: El caballo de coral. Relato de 2017